"Pero aquí abajo abajo, cerca de las raíces, es donde la memoria ningún recuerdo omite, y hay quienes se desmueren, y hay quienes se desviven, y así entre todos, logran lo que era un imposible, que todo el mundo sepa que el sur también existe".



Mario Benedetti


La rebelión de los Chapas

Fotos de Luis Herrera.







La rebelión de los Chapas

Fotos de Luis Herrera.







“Lecciones” del golpe en el ECUADOR de la revolución ciudadana



FOTOGRAFÍA: Luis Herrera


S. Herrera y A. Santillana para ¿Qué hacer?

Los acontecimientos

Hoy por la mañana nos encontramos con una protesta, por demás, contradictoria y extraña. Policías reclamando sus derechos laborales; tomados las oficinas y quemando llantas. Sus demandas respondían a los cambios en la Ley de Servicio Público, en la cual el presidente R. Correa intenta cambiar el sistema de bonificaciones y de méritos hacia un sistema de compensaciones y salarios similar al resto de servidores públicos. Tomados las calles bajo consignas como “el pueblo uniformado también es explotado” y "La tropa unida jamás será vencida", el resto de la población se preguntaba: ¿y ahora quiénes los van a reprimir?

Pero no fue un hecho simple y anecdótico, es una estructura de poder estatal que tiene en sus manos las armas de represión, que se insubordina a la estructura y que a lo largo del día se fue extendiendo hacia otros lugares. En un primer momento, la reacción imprudente del R. Correa fue llegar al lugar a controlar la situación, pero sus declaraciones y actitud de patrón terminaron por encender los ánimos de la tropa. Así, con los límites físicos del presidente recientemente operado de una rodilla, la reacción violenta de la policía y la debilidad de la escolta, no lograron mantener su seguridad. El presidente terminó en el hospital de la policía, y luego de eso, denunció que permanecía secuestrado y que había un intento de golpe.

Hasta ese momento ese proceso parece ser anecdótico, pero el desarrollo de los acontecimiento se extienden hacia otras zonas y sectores; miembros de la policía cercaron el Ministerio de Defensa, hicieron protestas en la Comisión de Transito, quemaron llantas en el sector de Carapungo, cerraron la Terminal Terrestre Quitumbe rechazando al gobierno y gritando que, “como en Cuba”, Correa es un dictador. Pero los policías reclamaban también los juguetes de sus hijos y las ocho horas laborables. Grupos de policías patrullaban las calles, robando celulares, golpeando personas y atemorizando a la población. Además se reportaron protestas de policías en Santo Domingo de los Colorados, Ibarra, Guayaquil, Ambato, Cuenca, Chone, Loja, Machala, Huaquillas, y otras varias ciudades.

Además, el aeropuerto de Quito suspendió sus operaciones hasta la tarde, debido a que estuvo tomado por militares de la Fuerza Aérea quienes con pancartas impresas sostenían que “las fuerzas militares no son de todos sino de los oficiales”, y reclamaban sus derechos, negándose a los “atropellos de las fuerzas militares”; y bajo las consigna de que “el pueblo uniformado también es explotado”, se tomaron la pista.

Activos de la Comisión de Transito del Guayas realizaron una marcha de apoyo a los uniformados

Paralelamente, se reportaron una ola de actos delincuenciales en otras ciudades, muchos comercios, los bancos cerraron sus operaciones y se limitó el transporte. Hubo reportes de acciones contra periodistas y los canales de televisión; hacia ya el final de la tarde un grupo de personas intentaron tomarse las instalaciones de Ecuador TV –encabezadas por Pablo Guerrero el abogado de Lucio Gutiérrez (ex militar y ex presidente)– y finalmente policías cortaron las señales del canal público. Pero el reporte de los acontecimientos se mantuvo en señal abierta gracias a Teleamazonas y Ecuavisa.

Dada la tensión en las calles y la magnitud de la insubordinación, el Ministerio de Educación suspendió oficialmente las clases. Al tiempo que la “estructura” de Estado (Ricardo Patiño, Canciller y Doris Solís, Subsecretaria de pueblos), convocaron a la población para defender y rescatar al presidente, aplicando la estrategia usada en otras coyunturas, hubo rumores de que se pidió a los tenientes políticos, juntas parroquiales, alcaldes y concejos provinciales del partido de gobierno que se movilizaran–.

A las calles salieron miles de personas entre ciudadanos y militantes el Partido Socialista, Alianza País, la Coordinadora Nacional Campesina y la Fenocin, se apostaron en el palacio de gobierno y las inmediaciones del hospital de la policía donde se encontraba el presidente. Además se dieron varias acciones en otras provincias y ciudades. Así, por la tarde se declaró el estado de excepción y se pidió el resguardo interno por parte de las Fuerzas Armadas, aunque estas no salieron a las calles.

A lo largo de la tarde grupos de simpatizantes del gobierno y organizaciones que si bien no apoyan al gobierno, estuvieron contra cualquier intento de golpe militar y policial –un manifestante contaba que estuvo enfrentando a la policía no “porque esté con el gobierno, sino que estos “chapas cabrones” (policías) nos obligan a defenderlo”–. Estos grupos y organizaciones se agolparon en torno al hospital, ahí se concentró el enfrentamiento a la policía insubordinada. Con piedras y escudos improvisados, la población enfrentó a los uniformados que llevaban, por su parte, banderas del Ecuador en su rostro, macanas y bombas lacrimógenas. En las calles, se vivió una verdadera lucha campal frente a una policía que reaccionaba violentamente contra camarógrafos y transeúntes creando un ambiente de persecución y terror. Al rededor de las 21 horas, los grupos especiales de la policía GIR y GOE y miembros del Ejército, iniciaron un gran operativo de rescate, enfrentándose a tiros y bombas lacrimógenas, sometiendo finalmente a los policías sublevados. Alrededor de las 21h30, en una silla de ruedas y máscara antigas, sacaron al presidente del tercer piso en el que estaba, mientras el enfrentamiento continuaba. Hasta el momento no se entiende y es sospechoso, cómo una reivindicación salarial terminó en un grupo de policías y francotiradores atrincherados en el hospital, enfrentados a tiros con los militares. ¿Fue ésto un proyecto planeado? ¿o fue tomando cuerpo con el pasar de las horas?

Las acciones y el desarrollo de los hechos fueron muy rápidos, no es posible cubrir todo lo acontecido y además adquirió una dimensión no esperada. Aquello que parecía una mala broma del “país de las maravillas”, hoy tiene un tufo a golpe de Estado, aunque luego de lo ocurrido hayan sectores que aún reduzcan estos acontecimientos a la acción irresponsable de un pequeño grupo de oficiales del Regimiento Quito. La jornada terminó con las declaraciones y discursos del presidente en el balcón del Palacio de Gobierno, en donde se concentró en la denuncia del complot que estaba tras los “mal informados” policías que fueron engañados por infiltrados del PSP (Ricardo Patiño contó que al interior del hospital habían algunos uniformados que coreaban por Lucio Gutiérrez y la mañana siguiente los medios mostraban tomas en donde policías gritaban “viva Lucio”). Según el presidente, estos policías habrían sido engañados porque las acciones de gobierno y los cambios en la ley lo que han hecho es dignificar la condiciones de trabajo y mejorar los salarios (según la información de gobierno los salarios de tropa se incrementaron en un 85%, pasaron de 355 dólares a 792).

Por otro lado, más allá de los riesgos y el peligro del enfrentamiento, en las calles cientos de simpatizantes del gobierno salieron a defender a su presidente y cientos de ciudadanos salieron a contener cualquier posible golpe. Pero, aunque en teoría una demanda por los derechos laborales es justa y en el marco de los derechos de los trabajadores, cualquier acción de apoyo debería ser bienvenida, también hubo movilizaciones y acciones de apoyo a los policías. Así, terminaron en un triste encuentro en las calles de policías y organizaciones de izquierda en contra de R. Correa.

Según el periódico El Comercio en su cuenta de Facebook: la Federación de Estudiantes Politécnicos se organizó para ocupar el redondel del Coliseo Rumiñahui. Mientras que el Frente Revolucionario de Izquierda se unió a la protesta de los policías.

Las instalaciones de la Gobernación de Cotopaxi fueron agredidas por integrantes del Frente Revolucionario de Izquierda Universitaria (Friu). El hecho sucedió a las 09:30. Según Ramiro Vela, jefe de la entidad, los estudiantes aprovecharon el paro de la Policía Nacional para ingresar a la fuerza.

Al mismo tiempo, en Quito, los estudiantes del Friu se apostaron cerca de la Universidad Central en apoyo a los policías y llamaban a la movilización contra R. Correa. El frente de trabajadores petroleros y algunos sindicatos de servidores públicos, se reunieron en el FETRAPEC a la espera de acciones conjuntas con otras organizaciones. Se reportó ahí que algunas organizaciones se tomaron instalaciones públicas y salieron las calles.

Simultáneamente, la misma página Facebook cuenta que, el Movimiento Indígena y Campesino de Cotopaxi (MICC) se reunió en su sede en Latacunga. Según Dioselinda Iza, presidenta, se pidió el respeto a la democracia y los dirigentes se mantendrían en reuniones permanentes en espera de las resoluciones del Movimiento Pachakutik -el cual hizo emitió comunicados en respaldo de los uniformados y exigiendo la renuncia del presidente–. Lourdes Tiban, dirigente del movimiento y asambleísta de Pachakutik, también hizo declaraciones a favor de los uniformados y criticó fuertemente al gobierno.

La CONAIE, la Ecuarunari y varios movimientos y organizaciones sociales, no lograron consensos sino hasta las 2 pm de la tarde. Encontraron en la actitud beligerante del gobierno la responsabilidad de las manifestaciones populares y las demandas justas de la tropa, pero se negaron a apoyar cualquier intento de golpe y llamaron la atención a los peligros de ser usados por la derecha y oportunistas resaltando, la necesidad de reinstituir la democracia y Estado plurinacional.

No había en campo popular había una postura unificada y clara sobre lo que se estaba viviendo, aunque por el mismo dinamismo era difícil hacerlo. Al interior del Movimiento indígena las distintas posturas ideológicas, estratégicas y políticas, marcaron diferencia entre la dirigencia de sus organizaciones y el movimiento político. Se evidenció el débil debate e interpretación histórica, no solo coyuntural, que permita leer el momento político y ubicar las capacidades reales de las organizaciones para posicionar demandas, capitalizar el acumulado social y mantener una coherencia política.

Cerca a los movimientos sociales

Este fue un día de sorpresas, nadie en el país siquiera imaginó una acción de esta naturaleza. Para las organizaciones de izquierda y el movimiento indígena el saldo puede ser negativo dado el final triunfalista para el gobierno que reafirma su razón y forma de hacer política, pero también este momento podría significar una oportunidad para que el gobierno entienda la necesidad de radicalizar un proceso de transformación en diálogo y alianza con las organizaciones sociales.

En la coyuntura, el debate se realizó en dos tiempos. Primero, el espacio generado por la CONAIE: aunque demoró en lograr una posición adecuada, en medio de los sentimientos encontrados y las críticas al gobierno, reflexionó considerando el peligro de hacerle el juego a la derecha, repuso las posiciones democráticas (“ninguna posición favor de cualquier golpe de Estado”) y decidió mantener la crítica y responsabilidad del gobierno sobre lo sucedido. En ese sentido, la declaración de nunca más una dictadura en América latina emitida por la Ecuarunari, marca una mayor claridad política y estratégica con el momento que se vivió. Sus puntos centrales fueron: exigencia de mantener orden constitucional y vigencia del Estado plurinacional, oposición frontal al golpe de Estado, memoria sobre las dictaduras viejas y recientes que ha vivido el continente, llamado a coherencia política e identificación clara de quienes se beneficiarían con un golpe de Estado. Segundo, las organizaciones de izquierda: la bancada del MPD con el PK que se denomina Alianza Plurinacional de Izquierda, organizaciones del Frente Popular y Petroleros, presionaban por posiciones más radicales y a favor de la renuncia de R. Correa con la idea de que es “el momento de hacer retroceder en las calles y con la movilización popular, las posiciones reaccionarias y autoritarias del gobierno”, y que cualquier posición a favor de la democracia es una posición a favor del gobierno, el mismo que los ha enfrentado durante cuatro años. Ambas posiciones mostraron el resentimiento político con R. Correa. Y las acciones precipitadas de algunos dirigentes, las reacciones más intestinas. Olvidándose la profunda debilidad y dificultad de las organizaciones en este contexto para posicionar demandas, contenidos de leyes y enfoques; y esperando “extrañamente” que en un contexto de caos y con actores vinculados con sectores reaccionarios y de derecha del país, pescar a río revuelto hubiera permitido a las organizaciones populares conseguir la transformación.

El dinamismo del contexto no permitió una lectura adecuada de los procesos que están en juego, ni del tiempo que demoraría la insubordinación. El movimiento se negaba a ser usado y se encontró con el dilema de que, por el carácter descentrado y flexible de su organización, parte de sus bases (con una fuerte relación y dependencia con los proyectos de Estado), quieran o no, serían interpeladas a la movilización a favor del gobierno, con lo cual, sería difícil explicar luego: cómo es posible que sus posiciones o declaraciones sean anti-correistas, mientras sus bases están en las calles. Así, se decidió por una postura que no demanda la destitución del gobierno, pero si critica su manejo autoritario y antipopular. La defensa de la democracia y el llamado a estar alertas a la movilización, resuelve sus posiciones y contradicciones internas, además de que es un buen paso a restablecer su cercanía con la sociedad, hasta ahora fuertemente correista y liberal.

Para el bloque legislativo plurinacional y de izquierda, en especial al MPD, y luego para los sindicalistas (organizaciones con estructuras orgánicas, con marcos ideológicos de cohesión interna mucho más fuertes y que hacen de sus reivindicaciones corporativas conquistas sociales que les permiten reproducir el gremio), las organizaciones y los movimientos “no pueden renunciar a la movilización y a la lucha en las calles”, dado que su acción en las calles siempre los favorece, sea con votos o con negociaciones parciales de sus demandas. Con lo cual, centran su estrategia en la búsqueda de defensa del gremio y en las conquistas parciales, más que en la recomposición de los lazos con la sociedad, correista y liberal.

¿Qué hacer?

No es nuestro interés adoptar una actitud moral frente a una u otra posición frente tal contexto, sino, mostrar la complejidad a la que nos somete la coyuntura, en especial si consideramos las cosas que “estaban o están en juego”. Y además que, más allá de lo coyuntural, nos plantea preguntas que están presentes en los distintos ciclos de movilización del país. ¿por qué el campo popular tiene tanta dificultad para construir procesos menos coyunturales y con mayor capacidad de articulación y hegemonía? ¿Cuáles son estas condiciones de la contienda política que permite a los actores articularse?

Lo primero es saber si esta fue o no una acción de la “derecha”. Creo que en este sentido, la CONAIE ubicó un punto importante. La insubordinación de la policía es un claro indicador de que los cuatro años de gobierno, no han podido desmontar los instrumentos reales del poder, un trabajo que sería coherente con sus discursos de transformación. Aunque se puede aceptar que las demandas de las tropas son justas y es necesario solidarizarse con ellas, eso no justifica una acción que termina solidarizándose con la práctica concertada de varios sectores de la policía, las fuerzas armadas y la presencia de PSP. Así como no podemos olvidar que la Policía es una institución que ha sido el instrumento de represión de todos los gobiernos y que en sus procesos de formación y grupos de seguridad han mostrado relaciones con la CIA.

Lo segundo es pensar a quien favorece la movilización. Efectivamente, las movilizaciones de los 90 encabezadas y levantadas por el MIE (Movimiento Indígena Ecuatoriano) y las organizaciones populares, permitieron que su resistencia al neoliberalismo se tradujera en una creciente sensibilización social y posibilidad electoral que terminó con el éxito de una fracasada alianza de “izquierda” que llevó al poder a Lucio Gutiérrez. El problema es que esta coyuntura, está lejos de ser encabezada y levantada por las organizaciones populares, mucho menos recogen el descontento de la población frente al neoliberalismo, no olvidemos que la gestión de este gobierno, aunque no nos guste, tiene un alto grado de aceptación, de hecho, los cientos de personas en las calles, unos por el presidente y otros contra el golpe, lo muestran.

Tercero, ¿hacia donde pueden ir los resultados? En esta perspectiva, si aceptamos que esta insubordinación fue orquestada por la derecha, en un contexto de alta popularidad del gobierno y falta de oposición las fuerzas armadas, la insubordinación nos lleva a pensar dos cosas: en el caso de existir una hipotética derecha sólida con la capacidad de manejar las redes de poder, lo que estaban haciendo es medir proceso de la revolución ciudadana, su capacidad de movilización y la animadversión de la sociedad o la de los grupos organizados: los resultados muestran que el gobierno ha avanzado algo en los procesos de organización, la popularidad del gobierno no es un problema de cifras y que la capacidad de movilización de los grupos organizados es débil. Además, la Asamblea de Mujeres Populares y Diversas, ubicó otra reflexión a mi parecer central, la derecha o una parte de ella, probablemente la más retrógrada, estaba mostrando su capacidad de manejo de los instrumentos de poder y su intención fue la de disciplinar al gobierno y profundizar su tendencia hacia la derecha, “obligarlo a negociar con al derecha”.

Finalmente, la demora de la CONAIE, las diferentes posturas al interior de la izquierda y los movimientos, mostraron que la posibilidad de construir unos principios claros de unidad o, en términos gramscianos, la necesidad de lograr una hegemonía interna que permita la articulación orgánica del conjunto de fuerzas progresistas, es un proceso largo y a pensarse. Mientras que, en el contexto actual de debilidad interna de los movimientos, en un escenario con o sin Correa, civil o militar, no tienen la posibilidad de posicionar una figura y un discurso que permita recomponer la alianza con la sociedad.

El problema central sigue siendo la política de R. Correa. La reacción lenta y cauta de las organizaciones, la extensión insubordinación y su capacidad de seducir a varios sectores de la sociedad, no es sino el efecto de las formas de hacer política de este gobierno. Aunque, efectivamente la policía pudo ser infiltrada por fuerzas reaccionarias y algunas organizaciones de izquierda pueden equivocarse en sus lecturas sobre la coyuntura, su penoso papel en las calles en contra de quienes defendían a Correa y que estaban contra cualquier intento de golpe y las reacciones para no salir a defender este proceso son posibles porque hay una hostilidad al presidente y la Revolución Ciudadana, la acción política del gobierno, abren cancha para la acción tímida y el oportunismo de derecha. Pero son posibles también por la clara debilidad que tienen las organizaciones, y porque también opera una suerte de cálculo político y de expectativas poco posibles en un momento en donde no son las organizaciones sociales las que marcan la capacidad de radicalizar al gobierno, ni han logrado construir una propuesta programática desde la izquierda.

Luego de la Constitución, el proceso de reformas políticas y legales no tienen o no van por el consenso y diálogo popular, las reformas no avanzan en transformaciones profundas sino que mantienen los ejes de acumulación del capital que afectan a las organizaciones –un modelo extractivista, control privado del agua, la concentración de recursos productivos, concesión de recursos a transnacionales, etc.–, su acción política que no fortalece a las organizaciones populares existentes sino que termina criminalizándolas, carácter patronal del presidente reciente la vida pública, sus posiciones frente a los derechos sexuales ha sido conservadora, mantiene procesos judiciales a dirigentes populares acusándolos de terroristas.

Una opción es una interpretación adecuada de la debilidad y fortaleza del gobierno frente a la capacidad de la derecha, lo cual le permitiría reafirmar su agenda progresista y la constitución, de tal forma de encontrar una nueva alianza con las organizaciones populares. Pero su actitud triunfalista y su actitud patronal, así como su reforma y alianza con las fracciones de derecha, lejos está de ir por el fortalecimiento de las organizaciones populares. Así mismo queda aun mucho camino por recorrer para que la construcción de una hegemonía del campo popular pueda materializarse y no se preste a encuentros coyunturales y alejados del sentir de la población.

Fuentes de la cronología

http://www.elcomercio.com/ec-30septiembre/noticias/Home.html

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http://twitter.com/Elcomerciocom

http://www.eluniverso.com/2010/09/30/1/1447/diez-horas-sin-vigilancia-policial.html?p=1354&m=1775

http://ecuador.indymedia.org